Esta tercera etapa, de 30 km, ha sido la más dura de nuestra peregrinación. Cargados con nuestros cansancios y una piedra que nos ha hecho reflexionar sobre todo aquello de lo que queremos desprendernos, hemos emprendido la etapa por unos parajes maravillosos y un terreno con cuestas arriba y abajo que ha dificultado el caminar. Afortunadamente, no ha habido percances serios.

Lc 15, 14-16 es el pasaje de la parábola del hijo pródigo que nos ha acompañado hoy.

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